Como nos Cambia la Vida
Cuando llega un bebé a la familia, ésta se transforma cambiando sus costumbres y comienza la andadura en la que se sucederán situaciones nuevas, grandes emociones, en ocasiones renuncias y se producirán lentamente la aceptación y adaptación a una nueva situación.
¿Añoranza del pasado?, ¿satisfacción con el presente? Todo dependerá de lo que uno se proponga y si mira al futuro con ilusión y positivismo. Estamos ante un nuevo componente de la familia que necesita constantes cuidados y, a cambio, dará alegrías, compensaciones y algún que otro mal rato.
Día a día se puede disfrutar con sus reacciones y aprendizajes. Es un ser dotado de posibilidades de desarrollo, donde su familia y el entorno, harán posible que madure y aprenda. Estos aspectos, madurez y aprendizaje, están relacionados entre sí, por tanto, cuando el niño realiza tareas de aprendizaje, está madurando, y a su vez, en el proceso de maduración, va a ser capaz de seguir aprendiendo.
¿Y a dónde quiero llegar con este planteamiento?
Me gustaría alcanzar dos objetivos. Primero, que los padres y el resto de la familia, desde el momento del nacimiento, comiencen a ver al bebé como ese ser que siente, que recibe estímulos, que poco a poco va respondiendo a ellos para llegar a ser capaz de reproducir conductas que los demás realicen con él, a la vez que, acumula información que procesará y que utilizará a lo largo de su vida.
De esta manera, cada día será nuevo para todos, con nuevas ilusiones y con la satisfacción de ver que, con nuestra aportación y la interacción entre todos, ese nuevo inquilino va madurando y descubriendo el nuevo mundo.
En segundo lugar, si lo primero se lleva a cabo con ilusión y serenidad, disfrutando de todos los cambios y aprendizajes, será difícil que aparezca en el entorno familiar la sensación de no ser capaz de controlar al niño (como algunos padres sienten cuando alcanza la edad de 4 o 5 años), ya que, la atención prestada nos va a dar información de lo que necesita en cada momento del desarrollo.
Parece algo extraño, pero, en ocasiones, cuando los padres tienen dificultades para prescindir de la vida anterior a la aparición del bebé, cuando el grado de ansiedad es alto, llegan a una situación que les parece insostenible. Es este el momento que no se debe dejar pasar sin buscar apoyo de un profesional. Por favor, no lleguemos a “perder los papeles” con nuestros hijos. Ellos aprenden lo que ven y lo repiten.
Tal vez el lector piense que estoy exagerando, pero considero que problemas importantes con los que nos encontramos cuando los hijos son adolescentes, con más frecuencia de la que nos gustaría, provienen del estilo de educación.
Si, desde el principio de la vida, la educación va a servir para que el niño aprenda lo que debe y no debe hacer. Si le preguntáramos a todas las personas que están a nuestro alrededor si saben lo que está bien y lo que no, nos responderían ¡por supuesto que si!.
Pero no es así de fácil, ya que los niños no hacen tanto lo que les dicen como lo que ven que hacen los demás. Ser consecuente con nuestras ideas en los hechos, nos ahorrarán muchas dificultades respecto a la educación.