La Depresión en la Infancia

La Depresión en la Infancia


Normalmente, cuando se habla de depresión, pensamos en personas adultas. Ciertas manifestaciones nos indican de la posibilidad de dicho trastorno. Pero, no estamos acostumbrados a pensar que los niños o los adolescentes puedan encontrarse en situaciones depresivas. No es un trastorno tan frecuente como en los adultos, y por ello, puede pasar desapercibido para los padres.


La presencia de síntomas aislados, puede llevar a los padres o adultos, a que no sean conscientes de la trascendencia que ello tiene, y de las futuras consecuencias. A veces, se pueden confundir dichos síntomas con aspectos propios del desarrollo, y por ello, no se les presta la atención necesaria.


Algunas de las manifestaciones más frecuentes son la tristeza (sentimiento de que los adultos no les valoran), se sienten desamparados, muestran pesimismo, retraso psicomotriz o alteraciones en la alimentación, surgiendo problemas como la bulimia o la anorexia.


Los efectos de la depresión, repercute en los resultados escolares. El rendimiento intelectual es menor, es decir, se reduce la capacidad de atención y retención de las materias, facilitando la aparición de dificultades para rendir adecuadamente.


Todo ello, contribuye a reducir la autoestima y a que el niño o la niña, se sienta cada vez menos capaz de conseguir sus objetivos y tendiendo a aislarse de los demás, incluidos los niños. Por tanto, es importante atender cualquier síntoma que presenten, para que no evolucione hacia una depresión grave.


La edad de aparición suele ser a los 5 o 6 años, siendo más frecuente en niñas que en niños. Un dato importante que nos indica que algo no va bien, es cuando la niña, que en años anteriores era sociable y alegre, pasa a llorar con frecuencia sin causa aparente y mostrarse más retraída.


A la aparición de la depresión pueden contribuir aspectos genéticos y psicológicos. Según los últimos estudios, se ha comprobado que son más frecuentes los factores psicológicos que los genéticos.


La pérdida de afecto o el desapego de los padres, son motivos para la depresión. Pero también tenemos que tener en cuenta un aspecto importante, la crianza, es decir, el estilo de educación de los padres hacia el menor.


Los padres deben tener presente, que situaciones vividas por los hijos, si se repiten sin que el menor pueda controlar, es decir, si no saben qué hacer para acertar con la aprobación de los padres, o si el niño o la niña, en su situación de inseguridad y baja autoestima, no es capaz de aprender estrategias que le sirvan para controlar las situaciones y sentirse bien, es factor fundamental para que aparezcan síntomas depresivos. Por tanto, los niños necesitan ser educados en la seguridad del amor y confianza de sus padres, sabiendo que pueden contar con ellos en los momentos difíciles.