Los celos, con mayor o menor intensidad, con una intención u otra, los seres humanos nos relacionamos, siendo la comunicación interpersonal, necesaria para el bienestar psicológico individual, y además, el medio para satisfacer otras necesidades. Buscamos la cercanía con aquellas personas que nos resultan atractivas, ya que, de alguna manera, nos envían mensajes que nos hacen sentirnos bien.
Esto quiere decir, que nos sentimos atraídos por quienes nos recompensan y tendemos a rechazar aquellas personas que nos aportan consecuencias negativas. En condiciones normales, la cercanía facilita la relación, fomentando la atracción entre las personas. También es verdad, que, en ocasiones, la cercanía contribuye al distanciamiento y puede llevar a conductas con efecto negativo para el otro.
El fomento de la relación entre personas, permite la aparición de sentimientos positivos, sentimientos de felicidad, y también, el de posesión. Estos sentimientos aportan seguridad a ambas partes, por lo que se alimenta la relación y se lucha para que se mantenga.
Pero, ¿qué ocurre en el ser humano, para que sin razón aparente, se produzcan esas reacciones, a las que llamamos celos? La opinión de muchos investigadores y la mía propia, es, que depende del nivel de seguridad que cada uno tenga de sí mismo. Las personas que confían en sí mismas, actúan con naturalidad, aceptando que los demás son libres para relacionarse, e intenta mantener buenas relaciones mediante la comprensión y el respeto, y, mediante conductas que denotan estabilidad emocional.
Cuando la persona con autoestima baja, ve amenazada la relación de posesión que mantiene con otra, reacciona con ansiedad, tristeza e ira.
Con frecuencia se escucha decir que los celos son necesarios. ¿Lo creen ustedes así? En mi opinión, los celos son sentimientos que no deberían existir. Por un lado, las personas que los sufren, lo pasan verdaderamente mal, y, con más frecuencia de la que quisiéramos, son presos de celos sin fundamento, y, lo que es peor, no son felices nunca. Por otra parte, es conveniente aprender desde la infancia, que en la vida nadie es dueño de otro, que si se elige estar cerca de una persona o personas, ha sido de forma voluntaria.
¿Y cómo podemos luchar contra el sentimiento de los celos? Creo que un antídoto, sería siendo generosos con los demás, pero no la generosidad económica, no, sino de sentimientos, contemplando la opción de la confianza en el otro, y por supuesto, aceptando que somos libres y no hay exclusividad de permanencia ni de pertenencia.