Tipos de psicoterapia

Tipos de Psicoterapia

Tipos de psicoterapia, las psicoterapias forman parte de los distintos tratamientos de los trastornos mentales, y se utilizan junto con la medicación o solas, según sea el trastorno grave o no. Es difícil evaluar el efecto de la psicoterapia, sobre todo porque hay varios factores que pueden interferir en el curso del tratamiento, entre ellos:

  • la cantidad de autoinversión que supone
  • la naturaleza y el grado del trastorno
  • eventos de la vida;
  • el entorno familiar y social;
  • la técnica terapéutica utilizada;
  • la calidad de la alianza terapéutica;
  • los cambios biológicos…

Hay muchos tipos de psicoterapia basadas en diferentes modelos teóricos. Las teorías son cuadrículas para leer el comportamiento, herramientas para entender el funcionamiento humano. Hasta la fecha, no existe ningún modelo que integre todas las corrientes.

Por lo tanto, cada modelo ofrece una perspectiva diferente e influye en la práctica psicoterapéutica. La clínica (el paciente, su situación, el momento, el problema, etc.) debe servir de guía para saber cuándo, por qué y cómo utilizar un determinado concepto o técnica de diferentes corrientes, incluso incompatibles.

Al no limitarse a una escuela en particular, las palancas potenciales se multiplican. Alejarse del reduccionismo dogmático permite abordar varias dimensiones humanas al mismo tiempo: somática, social, existencial, espiritual y no sólo psicológica.

Además, distanciarse de las disputas entre escuelas y examinar seriamente los temas que abordan nos permite ver que sus teorías y técnicas presentan a menudo numerosas compatibilidades y convergencias. Lea el artículo sobre la psicoterapia integradora

Aunque el cambio esperado se produzca rápidamente, no hay ningún milagro. Emprender una psicoterapia requiere tiempo y energía. Esté atento y desconfíe si le prometen la luna.

Índice de contenido

Orientación sistémica – Tipos de psicoterapia

Dentro de los Tipos de psicoterapia, la orientación sistémica tiene varias vertientes. Sin embargo, los terapeutas que comparten estos puntos de vista tienen en común que conceptos como el afecto, la motivación y el desarrollo psicológico están demasiado centrados en el individuo como para tener importancia clínica.

El foco de atención se desplaza de la esfera intrapsíquica a un sistema más amplio de compañeros de relación y las interacciones entre ellos, ya que existe una interdependencia entre el individuo y el entorno. Desde este punto de vista, es el contexto social actual, y no los daños del pasado, el que sostiene el comportamiento problemático.

El objeto de observación se convierte en las manifestaciones de la relación, de la que la comunicación es el vehículo, con el fin de identificar patrones de interacción y comunicación humana. En efecto, todo comportamiento es comunicación y toda comunicación afecta al comportamiento. La retroalimentación* implica considerar un sistema con acciones recíprocas.

Del concepto de sistema surgen varias preguntas:

  • ¿Quién acude a la sesión y por qué?
  • ¿quién sufre la situación?
  • ¿qué intentos se han hecho para resolver el problema?

El objetivo es descubrir las redundancias pragmáticas dentro de las secuencias interaccionales para sacar a la luz las reglas implícitas que rigen el funcionamiento o la disfunción, cuya identificación tiene un valor diagnóstico. De este modo, se puede desarrollar una estrategia de intervención terapéutica que consiste en descubrir cómo modificar las reglas del sistema familiar para que desaparezca el síntoma que porta uno de los miembros. Las técnicas de intervención son específicas: cuestionamiento, uso de metáforas, reencuadre, prescripciones conductuales, mandatos paradójicos…

Los objetivos de la terapia difieren según el enfoque conceptual. Así, los profesionales que siguen el enfoque estructural (Ackerman, Minuchin) o intergeneracional (Bowen) operan según una imagen normativa de la «familia sana».

Otros, inspirados en la escuela de Palo Alto, como el enfoque estratégico (Haley), rechazan cualquier modelo normativo y construyen sus intervenciones caso por caso. En esta línea, Milton Erickson, conocido por su trabajo con la hipnosis, basa el cambio a realizar en los recursos existentes en el cliente (en la terapia sistémica se habla del cliente y no del paciente), lo que va unido a dejar el diagnóstico en un segundo plano.

Se trata siempre de acciones terapéuticas a corto plazo, cuyos principios son los siguientes:

  • la definición de un objetivo preciso y alcanzable para la intervención
  • un papel activo del terapeuta en el proceso de cambio
  • un enfoque en el presente más que en el pasado
  • la atención se centra en el cambio de comportamiento, no en la concienciación
  • el uso de un lenguaje prescriptivo (prescripción de la tarea) y de técnicas paradójicas (la tarea solicitada puede ser a veces sorprendente o incluso parecer lo contrario del objetivo).

El cliente no es necesariamente el portador de los síntomas, sino el que está insatisfecho con la situación y quiere cambiar. El demandante es a la vez el que se esfuerza por mejorar sus condiciones de vida y el que refuerza la homeostasis del sistema movilizando, con sus acciones, la resistencia de los demás.

El terapeuta no se conforma con una simple declaración del denunciante, una explicación o una interpretación de la situación difícil, aunque esto proporcione indicaciones sobre la forma de pensar. Necesita obtener un relato concreto de los hechos para tener una imagen completa del intercambio, incluido el problema.

Con frecuencia, el consultante sólo tiene una percepción borrosa de su problema, de las circunstancias de su sufrimiento o de lo que le gustaría conseguir del encuentro terapéutico. No es infrecuente que el interrogatorio que conduce a la aclaración del problema sea, en sí mismo, un gran paso hacia su resolución.

En efecto, el interrogatorio permite aclarar las cosas desde un ángulo menos patológico y más contextual, lo que abre nuevas vías de acción para el cliente.

En conclusión, considerar el síntoma como un medio adaptativo en un contexto específico y no como el reflejo de una debilidad individual intrínseca, abre el camino a una visión más flexible de la persona y, por tanto, a perspectivas de cambio multiplicadas por la posibilidad de acción a nivel de la red relacional del paciente.

Para los defensores de este enfoque, aunque el problema pueda explicarse por hechos ocurridos en el pasado, sólo el presente tiene las claves de la solución.

La pregunta esencial no es por qué, sino cómo puede el paciente recuperar la flexibilidad adaptativa necesaria para un funcionamiento satisfactorio en la actualidad. Para ello, el terapeuta se centra en promover nuevas experiencias vitales en lugar de explorar los recuerdos dolorosos.

Orientación psicoanalítica – Tipos de psicoterapia

Freud demostró que la formación de los síntomas neuróticos es el resultado de la represión de los traumas psicológicos, que rara vez están aislados, y que por tanto provocan la retención de afectos, cuya descarga (catarsis) conduce a la recuperación.

Para conseguir el levantamiento de la represión, concibió un escenario de trabajo bastante particular. El paciente está tumbado en la camilla, el terapeuta está en el fondo, fuera de su campo de visión.

Se pide al paciente que se someta a la asociación libre, es decir, que comunique todos sus pensamientos sin omitir nada, aunque parezcan absurdos, tontos o vergonzosos. Es importante decir todo sin clasificar, porque este material, normalmente expulsado de la mente, es de hecho una producción del inconsciente.

Esto no está exento de dificultades, ya que la resistencia del paciente es proporcional a las fuerzas psíquicas que han conducido a la represión. Es a partir de este material recogido, de los sueños y de los errores cometidos en la vida cotidiana (actos fallidos, lapsus linguae, etc.) que el psicólogo construye sus interpretaciones.

La interpretación es una especie de deducción sobre los procesos psíquicos en funcionamiento. La hipótesis formulada se acerca lo suficiente a la idea inconsciente reprimida como para que el paciente pueda encontrarla por sí mismo gracias a esta ayuda.

Cabe señalar que para los niños, al ser inaplicable la regla de la asociación libre, el valor simbólico del juego ocupa su lugar.

Otra característica de la técnica psicoanalítica es el uso de la transferencia y la neurosis de transferencia. Es a través de la resolución de esta última que se resuelve la neurosis.

La transferencia concierne a lo que en la relación con el terapeuta, y gracias a ella, es una repetición de una parte de la vida pasada del paciente, pero también una actualización de sus conflictos no resueltos y no resueltos, una revelación de su realidad subjetiva.

 En este sentido, es una representación del inconsciente. Su análisis permite, en una actualidad innegable, captar la problemática singular del paciente, sacar a la luz su modo específico de «estar en relación». Durante la consulta, el psicoanalista se mantiene ecuánime y objetivo; no es ni salvador ni moralizador, etc.

Esta actitud de neutralidad benévola facilita la transferencia porque el psicoanalista es así susceptible de llevar todas las máscaras, de transformarse en el otro que el paciente necesita para reproducir su historia en otro escenario, para superar su resistencia interior y ampliar así su campo de conciencia (cf. Artículo sobre la transferencia).

Desde el principio, Freud subrayó que la cura estándar no podía ser adecuada para todos y que era necesario tener en cuenta al paciente y el cuadro clínico y adaptar el marco en consecuencia.

La psicoterapia analítica se deriva del psicoanálisis, pero se diferencia de éste en que las consultas tienen lugar cara a cara y en que la duración suele ser más corta. Ambos se basan en los mismos fundamentos teóricos, de los cuales la teoría de los estadios de la libido (véase el artículo «Los estadios de la libido») es el eje central.

Orientación cognitivo-conductual – Tipos de psicoterapia

Ellis y Beck teorizaron y crearon el modelo de las terapias cognitivas sobre la base de que no son las situaciones en sí las que provocan las emociones y los comportamientos, sino los pensamientos automáticos que pasan por la mente en esos momentos. Por ejemplo, ante la impuntualidad de su marido, una mujer puede decirse a sí misma:

  • debe haber tenido un accidente», lo que desencadena el miedo;
  • probablemente su jefe le ha dado un expediente urgente en el último momento», la idea de que el superior de su marido está abusando de su posición genera molestia;
  • Si llega a casa tan tarde, significa que no significo mucho para él», esta es una representación negativa que conduce a la tristeza;
  • dedica gran parte de su tiempo a asegurar un buen futuro para nosotros», la emoción es positiva. Esta ilustración ilustra la necesidad de identificar los sentimientos y pensamientos intrusivos para llevar a cabo la reestructuración cognitiva.

Este tipo de diálogo interno o monólogo interior contrasta con la comunicación interpersonal. Acceder al nivel preconsciente de los pensamientos automáticos permite liberar la ansiedad, la ira, la tristeza y otros sentimientos que la persona evita expresar sin darse cuenta, además de revelar las estructuras profundas que son los esquemas cognitivos.

Los esquemas cognitivos representan interpretaciones personales de la realidad que influyen en las estrategias individuales de afrontamiento.

El sondeo cognitivo es una técnica para descubrir significados relacionados con imágenes o mini-escenarios que constituyen el problema central del paciente: ideas de abandono, pérdida, rechazo, humillación, persecución, etc. Algunos esquemas surgen de trastornos tempranos del desarrollo.

Los principales patrones son:

  • Pérdida de conexión con los demás: abandono, carencia, privación emocional, inhibición emocional, desconfianza, miedo a perder el control
  • Vinculación excesiva con los demás: dependencia, fusión, vulnerabilidad, incompetencia, inferioridad
  • Perfeccionismo: ideales exigentes, abnegación
  • Insuficiente autocontrol.

La atención selectiva es el resultado de representaciones inadaptadas del yo o del mundo, de modo que se privilegian los acontecimientos que confirman los esquemas cognitivos y se modifican o rechazan otros, de ahí la reactivación de la resistencia cuando se cuestiona el esquema.  Las disfunciones del pensamiento lógico pueden clasificarse en cinco categorías:

  • inferencia arbitraria en la que se sacan conclusiones precipitadas;
  • generalización a partir de una única experiencia;
  • maximizar los defectos o minimizar los puntos fuertes;
  • Personalización de todo lo que apoye el esquema;
  • La abstracción selectiva, que consiste en sacar un acontecimiento de su contexto.

El objetivo de la terapia es, por tanto, identificar los pensamientos asociados (- nadie puede ayudarme; – nunca superaré mis problemas; – soy indigno; – etc.), provocados espontáneamente por un estímulo, sin base real y que desencadenan emociones excesivas (afectos depresivos) y parásitos, para sustituirlos por concepciones alternativas, más realistas (otros han triunfado antes que yo, así que… yo también), que modificarán la percepción de las situaciones y permitirán una reacción más adecuada.

El terapeuta ayuda al paciente a examinar las pruebas, a encontrar interpretaciones alternativas, a establecer la probabilidad de cada una y a observar lo que otros pensarían en una situación similar.

Las terapias conductuales parten del hecho de que es imprescindible actuar sobre el comportamiento, ya sea para recoger datos que invaliden el patrón o para cambiar las estrategias conductuales que lo mantienen.

Por ejemplo, un paciente adicto aprenderá gradualmente a decir que no y experimentará que esto no significa que sea rechazado por los demás. Se define una serie de tareas a realizar con el sujeto.

Se calibra una escala de dificultad creciente con el paciente, que se compromete gradualmente a llevarlas a cabo. Durante la sesión, el psicoterapeuta prescribe una tarea razonable, en relación con lo que se ha discutido ese día, que el paciente debe completar.

En conclusión, la psicoterapia cognitivo-conductual es una terapia activa y directiva, basada en el aquí y ahora, en la selección con el paciente de problemas concretos a resolver.

Vídeo sobre los Tipos de psicoterapia

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